Como residente de la provincia, recuerdo muy especialmente los fines de semana de invierno que venía con mis abuelos y mis primos a pasear por Donosti. Siempre acabábamos merendando en una de las churrerías de la Parte Vieja. Estos encuentros se fueron dilatando en el tiempo, y hoy en día, los primos, junto con nuestros hijos, nos seguimos reuniendo en alguna de esas churrerías, una vez al año, para mantener la tradición.