En invierno, entre una cosa y otra, no suelo tener tiempo para ir a la Parte Vieja. Pero en verano, mis días de vacaciones empiezan en la playa de la Concha y terminan siempre en la Parte Vieja: comiendo un helado del Boulevard, un pintxo de tortilla del Juantxo o una gamba gabardina del Paco Bueno. Y para mí, la felicidad está en esos pequeños momentos.