A partir del día 8 de Enero de cada año ya no soy persona. Para alguien nacida en Madrid, y adoptada hace tan solo 10 años por Donostia, participar en una tanborrada de la Parte Vieja, de esas que tiene solera, es motivo de orgullo. Todo un honor, una responsabilidad y una enorme fuente de alegría, que me han hecho tremendamente feliz desde que cogí el primer barril hace ahora 4 años.
Digo que no soy persona porque empiezan los nervios, que se me quedan en el estómago. La responsabilidad de hacerlo bien, de no fallar, de ir al ritmo, de sentir cada nota de la música …Nervios que se funden con la alegría de volver a los ensayos, las ganas de recorrer las calles mojadas de lo viejo para llegara a eso de las 7 al local de ensayo, el deseo de reencontrarme con Marian, Jose, Fernando y Edurne y disfrutar de una hora y media de música, barriles, tambores y buena compañía. Un encuentro, dos veces a la semana, que siempre acaba igual, con un crianza y un bokata de merluza, que nos sabe a gloria, en el Paco Bueno. Me encantan las tardes de Enero en Lo Viejo. El suelo mojado; el viento fresco en la cara mientras paseo por la Calle Mayor y cruzo por Plaza Lasala; el encuentro con mis compañeras de la fila de barriles… nuestro bokata de despedida en el Paco Bueno. Su ambiente me ganó el primer día que entré en él…y sigue siendo mi referencia durante el mes de Enero. El bar de lo Viejo que tiene un huequito en mi corazón.